jueves, febrero 17, 2005

Perdido

Pasan los días y no me encuentro,
semanas buscándome entre el despertar
y el meditar nocturno.
Cansado de dar vueltas a lo que no logro entender,
recuento los hechos,
los ordeno de mil formas buscando que encajen
dentro de la lógica que me ha sido transmitida;
y no logro entender cómo me has causado
tanto desasosiego,
de qué manera artificiosa te quedaste con
tanto de mi vida;
la paz ya no es un don que me habita.

No me encuentro en nada,
en nadie, el del espejo no soy yo;
así nunca había sido;
me ronda este espíritu de muerte,
la desesperación y la incomprensión me lanzan al abismo
y no logro asirme con fuerzas a la vida.

El agua cae en la ducha,
las lágrimas se confunden con las gotas;
la desesperación me inunda
en el estallido de sus gramos de sal contra el suelo,
el frío de mi alma congela los sollozos que recorren mi cuerpo;
desnudo en este hondo vacío no logro entender nada,
no me encuentro,
me he desfigurado.

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