lunes, febrero 08, 2016

Cuento: Búsqueda

Recién llegué al hotel, decidí con todo el agotamiento del día dar descanso a mi cuerpo, fue un día de reuniones, presión, pedir cuentas, dar cuentas, argumentación, pasos presurosos y mucho celular. Estaba exhausto, las ideas se amontonaban y me abrazo el sueño.

A eso de la media noche, el drywall que separaba mi cama de la habitación contigua, comenzó a empujar mi lecho, meciéndose al vaivén del empuje de las caderas de la pareja del cuarto vecino, eran los gemidos típicos de la faena, la mujer guiando a su pareja en la forma en que deseaba ser descifrada y el hombre buscando como lograr que se rompa el misterio que hace una mujer exhale todo su perfume al momento de quebrarse y entregarse por completo.

Hacía mucho tiempo no era un testigo inerte y semi-presencial, pero esto me dejo alterado, mi mente divago por tantos instantes, su silueta acariciada por los rayos de Luna, su nariz de punto, su porte de reina amazona, que no aguante y salí a caminar.

La fría y oscura ciudad dormía, cubierta de penumbra, con carros que se alejaban a gran velocidad y pasos que buscaban alejarse de mí, y de mi mirada inquisidora, veía sus senos, recordaba su olor, sus pasos por el cuarto, las ondulaciones de su cabello en mis dedos y su mirada en búsqueda de aprobación para el siguiente paso, cada vez más me intoxicaba más su presencia y mi caminar más acelerado.

Sus besos, y el arquearse de su espalda, no dejaban de recordarme su romperse en mil pedazos para yo después recogerla, juntarla y saberla eternamente mía.


Era esta distancia y no saber si volvería a verla, en esta ciudad que no reconocía, de caras brumosas, y tiempo aletargado. Este tiempo en que la buscaba, sus palabras y manos que sanaban mi corazón, ella estaba en algún lugar y  yo caminaba como un loco en este sueño en el que me sumergía, presuroso y distante, sin poderla hallar.