Me pareció verte
llena de vida
transpirando amor por mis jardines
Traías el pelo ondulado y suelto
secuenciabas las promesas cumplidas
una tras otra
suavemente las ibas pronunciando
Canela eran tus pisadas
de pestañas largas
tus ojos escudriñando
De Edén cubrías mi inocencia
que tantos pecados ya habían profanado
Curabas con vida
mi pérfida existencia
que de contar los días iguales se había cansado
Me pareció
verte mi amor
tal y como ahora te tengo
presente y no distante
besando a caricias este Edén olvidado
Pensamientos, intentos de poesía, erotismo, reflexiones y temas varios. -------- "Porque me ven la barba y el pelo y la alta pipa dicen que soy poeta..., cuando no porque iluso suelo rimar –en verso de contorno difuso- mi viaje byroniano por las vegas del Zipa..., ... ¡Y tanta tierra inútil por escasez de músculos! ¡Y tanta industria novísima! ¡tanto almacén enorme! Pero es tan bello ver fugarse los crepúsculos... (Tergiversaciones, LEON DE GREIFF)"
lunes, febrero 06, 2012
Me pareció verte
Etiquetas:
Encuentros
De frente (cuento)
Me gusta ver como a lo lejos los aviones al igual que los gallinazos caen hacia su presa, en el día puntos brillantes que llegan a gravitar en mi frente-occidente lejano, o en las noches luces que centellean alrededor del aeropuerto hasta desaparecerse en los puntos blancos, amarillos y naranjas de la plana cuidad.
Unos parten hacia el norte, sur o al occidente, pero muy pocos hacia este oriente de la metropoli, cuando se acercan el rugir inconstante de los motores surcan con fuerza el cielo y logran despertarme de mi sueño, imagino de todo: el madrugar de los pilotos y azafatas, las carreras y enfados de los pasajeros, el trasnochar de los mecánicos, la vida incansable de esos mini-pueblos donde aterrizan, la fuerza con que los motores desgarran el aire, y las aves migratorias mueren en sus fauces.
Pasan cerca de mi edificio, tanto que logro distinguir sus colores institucionales y otras veces solo dejan ver su panza lejana y plateada.
Sus luces me hipnotizan, paso horas mirándolos en la noche, relajándome, con la mente en blanco, o la mente en lleno, resolviendo, reteniendo, liberando, soltando, dejando ir el tiempo que me robaban las imágenes y tanta conectividad enfermiza. Este que se acerca es de una luz grande y blanca, creciente y rugiente, en ambos lados las luces de las alas, y su voz gruesa grita con rabia hacia la gravedad que se niega a dejarlo escapar, se acerca y su fuerza me hiela, se acerca y cierro mis ojos y noto que aunque trate de huir, de su encuentro no podré escapar.
Unos parten hacia el norte, sur o al occidente, pero muy pocos hacia este oriente de la metropoli, cuando se acercan el rugir inconstante de los motores surcan con fuerza el cielo y logran despertarme de mi sueño, imagino de todo: el madrugar de los pilotos y azafatas, las carreras y enfados de los pasajeros, el trasnochar de los mecánicos, la vida incansable de esos mini-pueblos donde aterrizan, la fuerza con que los motores desgarran el aire, y las aves migratorias mueren en sus fauces.
Pasan cerca de mi edificio, tanto que logro distinguir sus colores institucionales y otras veces solo dejan ver su panza lejana y plateada.
Sus luces me hipnotizan, paso horas mirándolos en la noche, relajándome, con la mente en blanco, o la mente en lleno, resolviendo, reteniendo, liberando, soltando, dejando ir el tiempo que me robaban las imágenes y tanta conectividad enfermiza. Este que se acerca es de una luz grande y blanca, creciente y rugiente, en ambos lados las luces de las alas, y su voz gruesa grita con rabia hacia la gravedad que se niega a dejarlo escapar, se acerca y su fuerza me hiela, se acerca y cierro mis ojos y noto que aunque trate de huir, de su encuentro no podré escapar.
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