miércoles, marzo 30, 2005

Oráculo - Cuento -

Esa noche después de toda su vida de silencio Oráculo, a los 35 años enloqueció. Aquel niño al que su madre le puso un nombre bíblico muy repetido y a quien ella auguraba una vida religiosa exitosa pues la cita “Oráculo del Señor” estaba muy presente en el antiguo testamento. Ese nombre le presagiaría a ese niño, luego joven y después adulto una vida de silencio.

Oráculo nunca habló, pero su madre confrontó siempre el hecho que escuchara, a veces se le veía andar cabizbajo, otras alegre, otras sumido en tristezas, pero nunca tenia tratos con nadie. Le gustaba andar solo, madrugar a ver el amanecer y luego en las noche irse a la terraza de su casa de barrio popular a contar las estrellas, mientras el bullicio típico se iba apagando. Sólo fue un día a la escuela, ese día sin que nadie le dijera nada, lleno los diez cuadernos - que su obstinada y paciente madre le había comprado - con todos los conceptos que iban a ser vistos en el año lectivo, muchos lo declararon poseído, otros un demonio, otros un ángel pero después de que al final del prodigioso día intentaran apedrearlo, nunca más se le volvió a ver con gente, siempre como dije, estaba callado, silencioso y con sus mil caras, abstraído en una realidad incomprendida.

Oráculo enloqueció, comenzó a gritar ¡No más! ¡No más! ¡No más! ¡No más! por todas las calles, con sus gritos cegaba la música salsa, los gritos de las madres llamando a sus hijos, las motos sonando y los carros que se detenían a comprar droga. Dio siete vueltas al barrio y luego de besar a su madre comenzó sin rumbo fijo inicialmente a caminar, luego a marchar y por último a correr hasta que estando a 20 cuadras de distancia sonó una bomba que acabo con 7 manzanas (incluyendo en la que estaba su casa). Luego a cada transeúnte que se encontraba comenzó a decirle el dia exacto en que el asustado caminante a morir, les tomaba la cara con las manos y con sus ojos llenos de locura les susurraba “muerte 3 de marzo”, “muerte 9 de septiembre”, “muerte 7 de abril” según el caso, pero nunca les revelaba el año, ni el lo sabia, - la verdad, solo alcanzo a entender el susurro del año en que moriría su madre y los 5 vecinos de al lado -.

Solo bastaron 5 meses para que toda la ciudad comenzara a saber la historia del loco que cogía la cara de la gente en la calle, les decía mes y día de muerte pero no el año, lo más preocupante era que ya se habían cumplido varias predicciones y la gente comenzó a temerlo pues rápidamente concluyeron que si no les decía el año nunca sabrían cuando dejar de hacer cosas malas, o cuando comenzar a despedirse, o hasta cuando disfrutar o en que momento dejar de ser buenos para darse la ultima cana al aire, o en que momento era el justo para hacer testamentos o negocios, o limpiar con penitencia su vida llena de pecado.

Un día por decreto del alcalde (luego de que este se lo topara y recibiera la incomoda profecía) se decidió que Oráculo o “el loco de la muerte” debía morir, se organizaron brigadas de policías, ejército, policía secreta y cívica; y la sentencia condenatoria proclamaba que se le debía de matar pues lo que hacía al contacto con sus manos era transmitir una misteriosa enfermedad que duraba hasta el día señalado. Luego de 23 días buscándolo por toda la ciudad, antros, manicomios, casas de reposo, calles decadentes, cloacas y refugios, se le halló un domingo en medio del parque central a eso de las 9:35 AM, gritando a todo pulmón las que serian sus últimas palabras “¡15 de agosto del 97!”, “¡15 de agosto del 97!”.

2 comentarios:

Ana Elisa dijo...

Esto valida el dicho "es malo saber mucho"

Chicken dijo...

...Totalmente de acuerdo, sólo hay que saber lo necesario... ni más ni menos...