lunes, enero 24, 2005

Un cuento de navidad (2003)

Dos timbres ensordecedores del Metro de una manera mágica me hicieron acordar de ella; esa mañana el sol entró cálidamente a través de las cortinas de mi casa y comenzó lentamente a funcionar el día 23 de diciembre. Lamentablemente había que ir a trabajar, pero bueno no era el único, en el Metro iban otros con la misma tragedia, el muchacho de cachucha roja y unas letras pintadas en las falanges de la mano derecha; a duras penas logre distinguir una estrella, una c y una erre, talvez significaban Carolina Rivera, la estrella de mi vida... en fin, algo típico en los hombres de los barrios populares de mi ciudad.

También estaba en el Metro la embarazada de pie; era extraño, pues desde que empezó la cultura-Metro, la ciudad ha cambiado y es difícil ver una mujer en estado de gravidez de pie; quién sabe por qué sería, talvez los que ibamos a trabajar ese día, teníamos poquito espiritu navideño, o simplemente por esas cosas, los que estaban sentados estaban pensando en los regalos que no habían comprado o haciendo balance mental de fin de año y no la vieron. En fin, fueron muchas cosas las que vi en el Metro mientras pensaba en ella, vi la mujer de 20 años de cuerpo normal, pero que debido a que era la más bonita en 7 metros a la redonda todos los hombres la mirábamos de reojo, pero sin querer dejarnos notar; yo siempre he pensado algo, lamentablemente se me ha olvidado preguntar, pero creo que las mujeres saben cuando las miran, cuando son el centro de las miradas y saben a que mirada responder; como lo dije antes, vi muchas cosas pero pensaba en ella, Silvia, una mujer de características connotativas, profesora de español en un preuniversitario; en mi concepto mucho para esos muchachos, pues ella es una apasionada de la lengua, aunque ahora que menciono ese secreto órgano que encierran nuestros dientes, también la domina muy bien cuando se trata de amores y de besos; divertida, inteligente, separada, madre de una hermosa niña, interesante, amante de la literatura y la filosofía, de libros modernos y antiguos, de Grecia y la ficción inglesa, rica en palabras, diccionario andante y sobre todo muy, muy pero muy especial - aunque esta expresion suene a credencial que uno entregaba a las novias en los 80`s -. A ella, a Silvia, la encontré por casualidad hace unos meses, en esas búsquedas que hacemos los hombres (y la mujeres también, creo) en Internet para encontrar a alguien afín; y pensé, "pues buscaré a alguien que también este separado como yo - al fin y al cabo me entenderá un poco -", y definitivamente el criterio de búsqueda (concepto que manejo bien y que Google sabe dar testimonio de ello) era el acertado, ella era la única de las mujeres de mi ciudad dentro del directorio de miembros de Yahoo que aceptaba ser separada. Le escribí un par de palabras, comenzamos a salir, nos propusimos un trato de buena amistad (pues la verdad aún no me encuentro preparado para dar verdadero amor, aún me encuentro pensando en mi anterior matrimonio y pienso que no es justo que alguien reciba amor viciado por dolores de otro mal amor), compartimos unos momentos maravillosos de intimidad y estoy aca en pleno metro bajándome de la estacion Poblado pensando en qué decirle de Navidad.

1 comentario:

Sylvia dijo...
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