sábado, enero 31, 2009

En el principio era el Verbo y aún lo sigue siendo

Las palabras se habían acomodado todas juntas, no encontraban como pasar por el embudo de mi mente, unas revoloteaban y forcejeaban con otras, trataban de convencerlas de desistir en salir en el orden que lo requería una u otra estrofa.

Escribía poesía, escribía y me derrotaba al ver cómo después de tantos años de no ver, ni percibir la belleza, ahora que le era sensible, no podía en palabras plasmarla y cualquier esfuerzo sincero, se quedaba en lo imperfecto de las semejanzas.

Bendije al Eterno, al Verbo, pues de la palabra salieron las cosas, pero ahora no comprendo como de las cosas su contorno siquiera poner en palabras puedo.

Recuerdo mis amantes, sus bellezas, carnosidades y besos,
Recuerdo amaneceres solos, amaneceres templados por la sangre, amaneceres de fuego
La velocidad, los aires, como golpea el agua el suelo, mi hija, mi madre, mi dolor, mis fracasos, la ternura y la rabia, la ambición, el conocer, el sufrimiento,
Tanta perfección en lo imperfecto

La belleza, la belleza
la belleza de sus senos insinuados en las sombras
la belleza de mis manos sintiendo sus nalgas
Y el placer cuando entro en su cuerpo

Los azules de los cielos, las miradas llenas de promesas
las miradas llenas de ilusión, y más besos

Las nubes oscureciendo todo para como el diluvio
limpiar la creación de la podredumbre que destila nuestro ego

En definitivas, no soy poeta,
Poeta, Poeta es el Eterno, que a cada segundo de perfección llena nuestro imperfecto sueño

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