lunes, mayo 15, 2006

La doctora Sanders - Cuento

Habíamos logrado después de muchos años de estudios en el laboratorio de ciencias neurológicas de la universidad ubicar coordenada por coordenada la posición exacta en que las palabras quedan almacenadas y la distancia relativa al concepto visual asociado, de esta manera logramos que cuando dos personas eran expuestas a la misma palabra, por ejemplo vaca, encontrar la posición de la palabra y de la imagen asociada.

Eran los primeros pasos que dábamos para nuestro traductor universal, sabíamos que en frente de nosotros existía trabajos intenso con lingüistas, meta lingüistas, sociólogos, sicólogos de manera para que a los conceptos abstractos lograran tener su transcripción en el lenguaje universal del cerebro de comunicación de impulsos eléctricos a las neuronas a través de las dendritas. Era sorprendente el alcance del descubrimiento, o mejor dicho la confirmación de la sospecha que los famosos neurólogos del siglo veinte habían planteado sobre el cerebro, descaradamente pensábamos en como hacer aprender al cerebro, inyectar y sacar conocimiento, como comunicarnos con animales, con los musulmanes y hasta con seres extraterrestres.

Por fin pensábamos, hemos llegado al fin de los malos entendidos, la comunicación había llegado a su mayor expresión, transmisión de conceptos, y sentimientos sin necesidad de la torpeza del idioma, la boca y el aparato vocal solo seria utilizado en los países de origen, pero cuando se hicieran visitas al extranjero, el traductor universal haría todo claro a todos, seriamos como una cadena de televisión que emitiría constantemente.

Teníamos limitaciones ante nuestro proyecto pues si todos captaran nuestros pensamientos como se adaptarían el cerebro a esta situación, como se guardarían en privado nuestros pensamientos secretos, como podríamos ocultar parcialmente la verdad o decir mentiras.

Eran muchos los interrogantes y muchos los peligros, después de pensar y pensar y celebrar y celebrar y celebrar y ver el cuerpo de la hermosa doctora Sanders y comprender que aunque ella leyera mis pensamientos y captara la esencia de mis sentimientos, decidí quedarme hasta tarde dar un ultimo vistazo e infectar todos los computadores con un virus que no dejo rastro de los 15 años de investigación y las mas de 400 horas mensuales que habíamos dedicado durante ese tiempo el equipo de 20 investigadores. Tardaríamos otros 10 años volver al lugar donde estamos ahora, pero de aquí eso estaré lo suficientemente lejos como para haberla olvidado.

1 comentario:

Anónimo dijo...
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