martes, agosto 02, 2005

No moría - Cuento

Esa mañana lleno de tedio se dio cuenta de que una vez más no había muerto; había rogado a todas las deidades en el cielo, en la tierra y en los abismos del infierno para que vinieran por él y se lo llevarán y dispusieran de su cuerpo y de su alma; el mundo de los vivos no era su preferido, quería recorrer con Hades los confines del inframundo. No quería vivir más, estaba cansado de lo agónico de su vida, de no poder cambiar la realidad, de verse frente al espejo y no cambiar nada, se había cansado de verse en ese cuerpo caminar hacia el trabajo, de que sus impulsos cerebrales movieran cada uno de los puntos de su cuerpo, de sentir el aire penetrar en sus fosas nasales y calentarse camino a los pulmones. Quería y añoraba ser etéreo, fugaz, escurridizo y verlo todo , conocerlo todo. Había leído muchos libros de metafísica, ciencias ocultas, magia blanca, magia negra, desdoblamientos, salida astral, meditación, proyección, ubicuidad, santería, en fin, había leído tanto que parecía un nuevo Quijote en donde los libros de caballería habían sido reemplazados por aquellos que estaban relegados a gente curiosa, ingenua, inteligente o como se les quiera calificar.



El hecho era que Juan no lograba morir, y después de que llegó la crisis profesional a su vida y no supo usarla para morir a la larva y renacer como mariposa, decidió dejarse ir, echarse a morir y esperar que la muerte lo encontrara . Todos los días la llamaba, se vestía para ella y al mirarse al espejo pensaba: - ¿Será que si me acuesto de este ángulo me veré mejor para ella y vendrá por mí?. Todos sus negocios habían fracasado, la relación con su familia se reducía a la pension que mensualmente le consignaban para no tener que saber nada más de él. La vida de Juan era ya poca cosa, incluso había intentado suicidarse pero carecía de dos cosas importantes: la suficiente cobardía para dejar de vivir y el suficiente valor para atentar contra sí mismo.



Juan se había convertido en alguien pusilánime; pasaba las noches en su sillón, tratando de abandonar su cuerpo y de repetir la experiencia astral que alguna vez creyó sentir ; alguna vez se encontraba intentando esto, cuando por un momento se vio tendido en la cama y alrededor de él un matorral infinito donde cada una de las hierbas agujereaba su etéreo y transparente cuerpo. Juan vivía en función de la muerte, de lo oculto a sus ojos ; Juan se acostaba cada noche y por siempre esperó la muerte que lo había alcanzado en ese sillón pero que nunca le contó en qué momento y en qué instante se lo llevó.

1 comentario:

Sylvia dijo...

sabés algo?, no logro comprender del todo como a un alma tan dulce como la tuya logran transtornarla y robarle la paz...